El pasado miércoles me pasé por la sala Barts para asistir al concierto del pianista
Kenny Barron y el contrabajista
Dave Holland dentro del Festival de Jazz de Barcelona, que venÃan a presentar su trabajo discográfico común, recién publicado:
"THE ART OF CONVERSATION". Fue sin duda una de esas noches redondas, de las de guardar en el recuerdo por mucho tiempo. Y por eso la comparto con vosotros.
Empezó inmejorablemente: entré a tomarme un cortadito en la cafeterÃa al lado de la sala Barts y allà estaban ellos, Holland y Barron con sus acompañantes, cenando tranquilamente. Antes de salir, foto al canto. Algo borrosa
pero es que el fotógrafo no da para más y el móvil tampoco.
Y prosiguió el buen inicio nocturno con un placentero, refinado y elegante concierto, muy cercano, más propio incluso de un pequeño club de jazz que de una gran sala. Ayudó a esa sensación una suave, comedida y buena sonorización, problema endémico de la mayorÃa de conciertos a los que asisto. Un tema que me pone de los nervios y que no entiendo que sea tan difÃcil de resolver. Pero bueno, esa serÃa otra historia.
A Barron, que generalmente me gusta más como acompañante que como lÃder, ya lo habÃa podido ver en directo un par de veces y esa noche estuvo a gran altura, fantástico. En sus intervenciones me recordó, por momentos, su primoroso trabajo en el disco "People time" fabuloso dueto con Stan Getz. Aportando sustento al contrabajo de Holland fue delicioso. En sus monólogos, un maestro, con gran variedad de registros, sin grandes alardes pero con mucha facilidad y solos muy buenos, algunos especialmente inspirados. Sobre todo me cautivó el tema "Rain", precioso (sale el disco con Holland), y me impresionó otro tema que no sé cómo se titula y que cerró el concierto, antes de los bises. Una mano izquierda poderosa, insistente y muy monkiana, marcando el ritmo a una derecha juguetona, con constantes "stop and go" y muy expresiva.
A Dave Holland "in live" lo estrenaba ese dÃa, todavÃa no habÃa tenido la suerte de verlo en directo. Y, señores, me dejó acojonado lo bueno que es este hombre. Un acompañante elegante, sutil, tranquilo, distinguido. Omnipresente pero sin molestar, sabiendo en todo momento qué ritmo escoger y cual nota era la justa y adecuada. Y en los solos, de una muestra de exquisidez técnica asombrosa, pero para nada presuntuosa. Hizo gala de una gran imaginación y de una gran variedad de recursos ¡Qué pasión en los momentos más elocuentes! ¡Qué delicadeza y concentración en los pasajes más bellos! PodrÃa haber hecho él solito otro concierto sin que se nos hiciera repetitivo. Seguro.
Ambos hicieron honor al tÃtulo del álbum que venÃan a promocionar, y convirtieron la conversación musical en un arte. Desde el respeto mútuo, y desde un profundo conocimiento de las buenas artes de su interlocutor, contrabajista y pianista se dedicaron a precisamente a eso, a dialogar calmadamente, en plan paseo, sin correr, ni gritar, sin florituras, desgranando con sabidurÃa, con humor, con pasión y con poesÃa incluso, cada uno de los temas que nos regalaron.
(Foto de Ferran Sendra, El Periódico)En resumen, un pedazo de recital que nos dejó muy satisfechos a todos los que llenábamos la sala a rebosar y que les dedicamos un sonoro aplauso puestos en pie.
Qué gozada el salir con tantas buenas vibraciones de un concierto. Sin duda, una de las mejores sensaciones que podemos tener los melómanos.
Salu2!
Abel